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Carolina en el plató de su espectáculo "Tres" | Foto © Valérie Cuscito

Caro el show de Ina

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Ayer, invitado del Show de Carolina en el Cine Chaplin para hablar de la " Nuevo testículo ".

Anfitriona sorprendente, entrevistadora benévola o apisonadora, según la persona que se siente frente a ella, tuve la suerte de contar con su simpatía y de beneficiarme de sus preguntas pertinentes sobre mi trabajo; de esas que me permiten expresarme sobre temas que parecen poco abordables entre los numerosos actos de la velada, prestidigitación mentalista, comediante femenina, ópera o cantantes de variedades.

Es una hazaña asombrosa haber sabido hacer un lugar sensible a mi universo y abrir una ventana a su público, al que sabe llevar enérgicamente de la mano. Donde se podría esperar lo peor de los espectáculos "populares", se descubre en cambio lo mejor del espectáculo a la Carpentier, llevado de la mano por la energía de una Mireille Dumas hispánica, con la complexión de un correcaminos vestido de pedrería. Todo el encanto de un music-hall redescubierto, donde Carolina, rodeada de su equipo de freaks entregados y solidarios, desde Juan-Carlos, Bernardo-rey de España sin lengua, hasta el encantador pianista peróxido Clayder-Man, se perdió en los años 70 en nuestro mundo, no menos chillón, pero sin ideales. Todo ello realzado ayer por el brillo de las luciérnagas en cajas de José Cúneo, trocitos de vida aprisionados con sus luces, expuestas en el Chaplin y que dieron a esta velada un aura de ludismo poético.

Mi testimonio no sería honesto si no mencionara mi emoción al encontrar el atento enjambre de la Tres con quien había supervisado a Miguel-Ange, ahijado de Carolina, para la creación de su espectáculo de canciones. Así, incluso si nuestros barcos pueden parecer navegar sobre mares en las antípodas de los de los otros, la naturaleza de lo que suelda esta pequeña banda de apariencia anacrónica alrededor de su capitana de barco Carolina, me hace sentir más cerca de ellos que de muchos autores y directores que se cruzan en los canales de los puertos del arte.

Carolina en el plató de su programa
Carolina en el decorado que Maÿlis Pioux y yo creamos en homenaje al Guernica para su espectáculo " Tres " | Foto © Valérie Cuscito

El espíritu de piratería sigue siendo la salvaguardia más preciosa contra nuestra tentación natural de querer ser respetables un día y recibidos con honores en la corte del rey. Y tanto mejor si nunca llegaremos a brillar allí donde una parte de nosotros soñaba estar. Es la fuerza de los que están verdaderamente en los márgenes, que siempre se desvían del rumbo que creen que un día alcanzarán con alivio.

Viéndola como mascarón de proa de la Reina de Las Vegas desde la cubierta de mi casco de nogal, pensé que Carolina podría estar dirigiéndose a Divine con una punzada de culpabilidad, igual que podría haber sentido ella al ver que su sueño de ser la mujer más bella del mundo lo llevaba un camión de la basura, en lugar de un Cadillac.

Que así sea. Pero por mi parte, así veía yo a Ed Wood montando su cine, muy por delante de Tim Burton y sus monturas estetas con buen "mal" gusto. Así que sólo me queda desearle suerte al Carolina Show, esperando que su surco se cave cada vez más hacia los precipicios que bordean el mundo y donde reina el caos de los verdaderos monstruos quiméricos, a pesar de los tirones de su mirada secretamente nostálgica, que verá alejarse las orillas de la marginalidad bien avenida. Y gracias al capitán por esta velada sin tiempo, donde mi corazón se sorprendió de zozobrar aún deliciosamente bajo las ondas de la superficie de las cosas, más allá de la agitación de los tormentosos remolinos, que el vientre generoso de su barco de tres mástiles suaviza.

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Max MOULAOUI

    Querido David,

    Gracias por estas palabras que soplan un viento fresco y vigorizante en las velas de un esquife que parece el Arca de Noé.
    Más allá de tu prosa que me conmueve cada vez que tengo la oportunidad de leerte o escucharte, conozco la distancia que existe entre tu sincera exigencia de intentar producir sentido en una obra artística y la inmediatez de esta muestra de Carolina hecha de retales. Según los deseos de una Carolina generosa, esta muestra sólo tiene una ambición, la de vivir durante unas horas un momento de compartir, entre despreocupación y frescura de espíritu, en torno a artistas cuya obra es poco visible en otros lugares.
    Un juego en escena como un poco de infancia reencontrada, una rayuela en la que, saltando entre el cielo y la tierra, se evita caer en el precipicio. Sobrepasar los límites expresando las propias pasiones, redimensionar el territorio de las posibilidades en lugar de acabar en la nada, estéril por definición.
    Gracias una vez más por participar en este delicioso momento del Carolina Show y también por esta muestra de amistad que es este testimonio en tu blog.
    Saludos cordiales,
    Max.

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