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Una visita inoportuna | Copi | Théâtre de l'Athénée | 2011

Una visita inapropiada a un teatro inapropiado

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¡Cuánto tiempo le falta a este teatro para empezar!

¡Cuánto tiempo dura una vez que ha comenzado!

No pretendo utilizar este blog para publicar críticas de espectáculos, y además no me pagan por ello. Sin embargo, aquí expongo una simple reacción, no un análisis, a la obra de Copi "Une visite inopportune" representada en el Athénée y de la que vi una representación ayer.

No salgo mucho, prefiero limitarme a mi trabajo antes que mirar el de los demás, pero naturalmente a veces voy a ver actuar a los amigos, a dejarme atraer por creaciones desconocidas e intrigantes o, más raramente, a ceder al deseo de tomar la temperatura de lo que se hace actualmente en los escenarios de París. En este caso, ayer se trataba de descubrir un nuevo espectáculo del formidable e inventivo actor Michel Fau.

Evidentemente, esperar en el vestíbulo de un lugar como el Athénée, con su público de grotescos y mundanos, nunca es un buen augurio. Nada cambia desde este punto de vista.

Todo teatro tiene su ridículo social

El espectáculo, que es siempre el mismo, comienza allí, en estos lugares de representación, con los rostros trágicos y descompuestos de los ancianos maquillados que fingen reír, y los de los más jóvenes, disfrazados para la ocasión, que también muestran hermosas hileras de dientes. Algunos fingen olvidar la muerte, otros delatan que aún no sospechan su realidad. Con este habitual ballet entre paréntesis en mi mente, me senté, esperando al amigo que me acompañaba y a la obra que estaba a punto de comenzar.

Por fin empieza... y va a terminar... de la misma manera

No voy a entrar en detalles sobre la puesta en escena, la escenografía, el vestuario, la actuación... todos vociferando con la misma voz gritona e inmutablemente proyectada. La vieja técnica; un bulevar, nada más. Obviamente, todos los clichés que uno puede esperar al imaginar a Copi están presentes. Una miseria de imaginación que no hace justicia al texto cuya sutileza es fácilmente pisoteada por tan pesados cascos. En efecto, Copi es difícil de poner en escena; quizá tampoco sea necesario en esta forma "espectacular" y cursi. En definitiva, no importa, la única pregunta real y consternadora que se me queda grabada en el cerebro después de esta noche, y que no es ni una broma pesada ni un truco ingenioso, sigue siendo: ¿cómo se puede seguir montando semejante mierda bajo la égida de profesionales supuestamente serios y llamarlo "teatro"?

Sin la protección de guías iluminados, los grandes jugadores también se vuelven ciegos

La segunda pregunta, más anecdótica y personal, es: ¿cómo es posible que un genio de la escena como Michel Fau, que siempre pienso que es el caso, pueda contenerse o dejarse contener hasta el punto de no expresar ninguna fantasía allí donde se esperaba toda su imaginación habitualmente poética?

Estas son las cosas que realmente me duelen y me intrigan cuando veo que la comedia, el humor y la sensibilidad de los actores y autores son asesinados ante mis ojos por la pesada mano de una dirección y producción con una total falta de imaginación y visión, entregándose a la más convencional de las pseudo-folias cuando cree que está dando vida a un loco y desenfrenado carnaval.

Es difícil consolarse cuando se piensa que encarnan la imagen más importante del mundo del espectáculo francés. aficionado y el más común en el imaginario de buena parte de la población, de este angustioso negocio aún llamado teatro. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

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