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El mundo de la infancia bélica | Revólver de chocolate realizado para "La Toison dort" © David Noir

Amanecer y previsión

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4 de la mañana; espontáneamente abro los ojos. Me levanto inmediatamente para vivir como si estuviera descubriendo este mundo.

Me urge hacerlo. Un poco demasiado. Me gustaría que se calmara un poco. De hecho, todo me irrita, todo me asalta, la mayor parte de la vida cotidiana me angustia, pero en el fondo, en el laberinto de mis proyectos, de mi futuro, todo me encanta.
Y levantarme así, concediéndome la vida en plena conciencia, es parte de ello. Tristemente tomo noticias del mundo y de mis compañeros terrestres a los que la enfermedad psíquica asola aún más que el tormento físico. Asesinatos, violaciones, abusos, asesinatos, torturas al cuerpo y al alma; violencia a la carne; vidas destrozadas al azar por dramas que cambian repentinamente su curso. Siempre ha sido así, sólo que hoy lo sé mejor que ayer. Evolución del mundo, evolución en la edad, duelo por hacer...

Se trata, pues, de vivir a la sombra de esta increíble masacre de la esperanza que es la vida, hasta el punto de que vivir dentro de este coto cerrado que es el mundo provoca ansiedad. Y cuando digo el mundo, debería decir mundos, porque hay tantos mundos para cada uno de nosotros como escalas para medir nuestra existencia en ellos.

Me refiero a la que atrae a la lambda occidental; la que aparece en los medios de comunicación, en las noticias, en la televisión. Y el drama tiene que ver con la escala. Hace mucho tiempo, desde la distancia, este mundo me parecía apenas tangible, cifras y estadísticas, abstracciones. Eso era "antes". Hoy, el mundo, "este" mundo de angustias lejanas y difusas, nos acompaña cada día como una gran bestia que ronronea y de la que nunca puedes estar seguro de que sea completamente benévola. Este mundo es tanto más palpable cuanto que las catástrofes y las tragedias parecen convertirse en algo habitual, cuanto que los poderosos muestran sus límites en la resolución de nuestros problemas, cuanto que la escala de este mundo se ha convertido en la de una maqueta que la mente puede recorrer rápidamente con sólo hacer clic en algunos enlaces. La novedad progresiva en esta antigua percepción de "estar informado" es que el aislamiento es cada vez más frecuente. El "yo" del mundo está al acecho de nosotros desde que nos despertamos, como sin duda ocurre con el animal, en alerta durante toda su vida. Por lo tanto, el sentimiento común de solidaridad generado por los grandes debates televisados del pasado, no hace tanto tiempo, nos parece hoy muy ingenuo. No hace tanto tiempo, es decir, hasta mediados de los años 80, antes de que la vida social comenzara su desmaterialización real, cuando todavía íbamos en la cabeza, en carros, mientras soñábamos con el futuro y el teletransporte.

Dato la sensación de desmaterialización palpable de la primera oleada de multiplicación de canales de televisión. Con algunos programas de entretenimiento más independientes, se abrió una alternativa a la tediosa infancia alrededor de la mesa familiar. Los videoclips y la cultura del entretenimiento se introdujeron y nos liberaron de tener una experiencia común de información y entretenimiento de masas. Hasta entonces, el año anterior, todos habíamos visto más o menos el mismo programa el día anterior y recogíamos nuestras ideas y puntos de vista sobre el tema por la mañana en la escuela, el colegio o el trabajo. Atrás quedaron los días en los que todos los temas sociales preocupaban a todos y se debatían en el seno de la familia. Todo el mundo podía, desde muy joven, desarrollar su propia cultura popular individual, mucho más allá de los discos o las novelas que había habido en las décadas anteriores.

El beneficio actual de este individualismo forzado y favorecido en el que nos encontramos, es el desarrollo de una cierta creatividad, la liberación del generalismo a través de las grandes plataformas de información como los "archivos de pantalla" que hoy nos parecerían dinosaurios koljosianos del comunismo, el contagio de la cultura "geek" que anima al individuo a equiparse con las infinitas herramientas de la informática y sus posibilidades. Por lo tanto, es en última instancia a través de los mismos nuevos canales que me traen flujos incesantes de vértigo y angustia, terrores y proyecciones fantasmagóricas, que puedo encontrar un remedio.
Hoy en día, los nuevos sitios vírgenes se abordan en este sentido, y las redes sociales recrean mini-mundos en estrecha correlación, tal vez incluso en vigilancia mutua, con el mayor, al que ahora ven con desconfianza y frente al que se imponen como sus satélites. Más que una contracultura, esta vez puede ser una contra-sociedad en su conjunto, cada vez más indistinguible de la matriz general normativa y egocéntrica. La marginalidad cultural ha desaparecido en favor de fibras independientes, informadas, especializadas, competentes e interrelacionadas. Si lo deseamos, cada uno de nosotros representa y nutre una o varias de estas fibras, que, como lianas trepadoras, llegarán a agarrar muy de cerca la malla de los Estados y las grandes potencias. Poco a poco, seguramente, si no nos cansamos de tejer el intercambio, la información, la creación e incluso cierto comercio, tomaremos el control de esta gestión aún arcaica y totalitaria que conforma nuestro universo actual. Un control tal que no pertenezca a ninguno de nosotros y no pueda ser guiado por ninguno de nosotros; un flujo que encuentre un equilibrio natural a través de las fuerzas que lo constituyen sin ninguna voluntad brutal e irreflexiva de influir demasiado en su curso.

Comprender un nuevo mundo, una nueva época de la que uno no procede, es adaptar el curso de las imágenes mentales a nuevas velocidades y escalas relativas a este nuevo mundo.

Descubrir "una nueva era de la que uno no procede" significa también abordar el nuevo tiempo del envejecimiento.

Menos exaltado y perdido que hace una hora, preparo mi amanecer según una nueva revolución. Cada día, se tratará de cambiar infinitesimalmente mi rumbo, para apreciar mejor el paisaje, los elementos, "el mundo", la visión de las estrellas y llegar por la mañana a buen puerto, sin tener que girar bruscamente el timón porque un día, presa del pánico, ya no leería los mapas ni descifraría mi vida cotidiana.

5.30 am, en la esquina de mi ventana, la luna parece sonreír; esto es bueno.

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

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