Y tu género, y tu sexualidad, y la gnagnagna, y tu intolerancia, tú que crees que pesas con tu balanza y tus elecciones razonadas, y tus opiniones sobre todo lo que pasa, y tu indignación barata hasta que te arrastras ante un nuevo poder y cambias de opinión, y tu yo, yo, yo y tu tengo derecho, y tu sensibilidad, y tu familia, y tus hijos, y tu racismo imbécil y cultural; ah tu cultura, sí, sí; tu identidad, sí, sí; y tu antirracismo aún más racista, y tu religión, y tu red social, y tu arte, ah sí tu arte, y tu buen gusto, pobre mierda que aún no sabes que eres lo que se ha hecho de ti, tú que crees que existes por ti mismo. Tu pretensión de querer ser merece tu inexistencia.