Soltar amarras | Fin de una epopeya

Salir de lo humano, por fin

David NOIR

Estar muerto es mi segunda oportunidad; depende de mí no perderla.

...

Y guarda tu sensibilidad para más adelante.

Aquel día, feliz en mi tren, morí a la ligera, despreocupado de tantas emociones simples, haciendo un agujero en mis pantalones nuevos de elegante tweed,

Rascando mi muslo con mi llave como una broma, perforé la arteria con mis suspiros

Y justo en ese momento toda mi sangre se drenó, a través de este agujero en mi bolsillo y mi dedo acariciador

Podría disfrutar

Esto es lo que me ocurre: un roce en la ingle, el nacimiento de la pelvis donde mi piel apergaminada, aún tan frágil como siempre, es como una reliquia que todavía abre una vena ardiente, que corre hacia mi corazón antiguo e infantil, que todavía alberga en su interior los temblores divinos de un tiempo prehistórico.

Pero no basta con disfrutar, también hay que despertar - Estar junto a la rudeza de los otros y el grano de sus pieles curtidas - No tenía más deseo que recostar mi cuerpo contra la infancia intacta. Suplicar su amor, volver a cruzar el mundo y salir sobre la ola, protegido -bendito en el hueco de su barca- para disfrutar de la descontaminación de los demás que ofrece la retirada sobre uno mismo.

Soi me ama para siempre - A solas con este pedazo de amor tan puro, incrustado en la carne como la punta rota de una jabalina - había pensado que moriría por él mientras encarnaba la vida. Esa grieta que surgió de lo más profundo de mí como una astilla que el cuerpo recuerda - exigió el injerto de este amor incomparable para ser aspirado a la superficie de mi piel. En ese momento supe que me había equivocado; me había hecho daño por error. El sufrimiento y el horror no tienen nada que ver con el brillo de ese amor. Su cristal sigue en mí; a veces lo miro -discretamente- resguardado en la palma de mi mano. Brilla con una delicada paz. Su modesto reflejo me ofrece un espectáculo en su cenit cuando a veces -a los rayos del sol- abro toda la palma de la mano. Y en mi maravillosa soledad, me regalo toda la luz del cielo - Es la mayor bondad que puedo hacerme,

Esto es lo que me susurraron en silencio los restos de una oveja cuadrada en su rama.

Como un pato lacado al que la cabeza de un dragón caído hubiera etiquetado de dorado, me dijo:

La piel, créeme, es suficiente.

El resto es simplemente basura.

La Toison dort / episodio 9 - David Noir © 2008