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David Noir interpreta a JaZon, despreciador de la emoción fácil | La Toison dort © David Noir

La emoción en cuestión | ¿Cuánto vale el placer del espectador?

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Una garantía de calidad cuestionada: el valor otorgado a la emoción del espectador podría ser también un signo de falta de normas

Búsqueda de la emoción: esperar a ser conmovido

Es habitual encontrar en el público una sed imperiosa de dejarse sacudir emocionalmente o de dejarse llevar por una espiral de sentimientos grandiosos ante el espectáculo al que han acudido. Sería casi una ley, una garantía absoluta de calidad. La cosa representada sólo tendría sentido -más aún en el caso de las proposiciones abstractas que se "salvarían" así- si provocara esa sacudida que lo trasciende todo: la emoción.

Hazme venir

Esta idea de tener que dar placer a los demás a toda costa como coronación de circunstancias excepcionales, y compartir la fuente y los frutos de este placer, se ha convertido en algo parcialmente extraño para mí hoy en día. Sospecho que cultiva la dependencia de una visión de lo bello y lo suntuoso, lo oscuro y lo trágico. Incluso debo decir que el goce narcisista del espectador, incluido el mío como miembro del público, me perturba; que no tengo ningún deseo particular de satisfacerlo, ni de hacer lo que tengo que hacer para obtener ese goteo de complacencia, apto para generar admiración. Este mismo gusto emocional por el culto al otro, que querría transformarlo en un espejo de uno mismo, es idéntico al que hace que el valor pasajero de una postura, de una ideología con respecto a un tiempo determinado, de un amor, se desbarate al primer sacudón que nos impone la vida.

Las cuestionables virtudes de la emoción del espectador

Una cosa es ser sólo un ser humano con sus límites, y otra es querer ser un incauto de ellos. En este sentido, el espectáculo y, en su punto álgido, el espectáculo de los cuerpos, me parece cada vez que lo atravieso precisamente el lugar más limpio para experimentar la soledad y sus verdaderas emociones, al margen de cualquier influencia. Se trata de construirse a sí mismo, de renacer solo, en un espacio bien delimitado del vecino; incluso con respecto a mis compañeros de juego, a los que la crudeza del aire del escenario hace aparecer en toda su inconmensurable diferencia -en su gran indiferencia incluso- despojados en profundidad de toda adhesión facticia a mi propia persona. Todos nosotros, mirándonos desnudos; como suspendidos en el espacio; sabiendo que ninguno de nosotros hará un gesto para evitar la deriva de uno de nosotros cuando se produzca.

El escenario que quiero diseñar y ver nacer hoy es una cultura de la no asistencia.

David Noir interpreta a JaZon, despreciando la emoción fácil | La Toison dort © David Noir
David Noir interpreta a JaZon, despreciador de la emoción fácil | La Toison dort © David Noir

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. hein ?

    Sí, el plano emocional que uno llega a buscar en un espectáculo, los directores que usan efectos para chuparla, todo eso huele mal a manipulación, a auto-manipulación, a la paja "entre nosotros". En cambio, el desnudo, la crudeza, el riesgo de la nada, el espectáculo que deja al espectador vacío, perdido, sin poder comentar, el aburrimiento, la microemoción que queda, la duda (¿qué hago aquí?, ¿por qué he ido a ver esto?), el ir y venir del actor y del espectador (que no cree ni por un segundo en lo que está sucediendo pero se deja llevar un poco de todos modos), sí, el espectáculo por el que no se puede "gustar" ni "disgustar", puede ser una experiencia mucho más interesante de vivir, mucho más transformadora que un tsunami emocional.

  2. admin

    En primer lugar, gracias por tu comentario que es el primero en este flamante blog, así que doblemente gracias.
    Lo que quiero decir con este post es que el "me gusta - no me gusta" es una especie de pereza natural para resumir los sentimientos de uno sobre cualquier cosa, que pasa por un rasgo de carácter. Lo que nos motiva a hacer algo o a conocer a alguien -me refiero a conocerlo en lo que fundamentalmente es; y eso es precisamente lo que ofrece el arte como espacio- no se reduce necesariamente a que nos guste o no. Puede ser un resultado de ella, ni siquiera una obligación. Es lo que me interesa en esta etapa de mi viaje, a través de lo que puedo entregar o buscar. Es ir a dibujar a otro lugar que no sea el sacrosanto templo del amor, que representa un valor, pero no unilateralmente una meta. Todo depende de los placeres y las emociones que uno quiera ofrecerse. Hay algo que todavía me parece que está muy anclado en la noción de "familia" y, por la misma razón, de "religión" en la forma en que se percibe, se espera y se vive el espectáculo. Esto se debe probablemente a la reunión física de personas en el mismo lugar. La famosa "comunión". Todo tiene que salir bien y tienes que salir de él sintiéndote lleno y satisfecho, como un domingo con tus primos. He estado allí. No era necesariamente desagradable, pero no estoy seguro de encontrar mucho alimento allí hoy. El arte contemporáneo, ya sea visual o musical, lleva la delantera a mis ojos en este ámbito, al que rara vez se llega y se busca en el escenario, ya sea por parte de su público o de sus artistas. Esto es algo bueno, porque de lo contrario no me interesaría.
    Que tengan una buena noche.

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