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La Marsellesa
de VAUCLUSE
LUNES 15 DE JULIO DE 2002
N° 17387
FESTIVALES
AVIGNON/OFF
"LOS ADULTOS SON MUY EXTRAÑOS...
Dos espectáculos que parecen no tener nada que ver entre sí, uno muestra una cruda revuelta, el otro resucita a un gracioso que no encuentra respuestas a las preguntas esenciales.
Dos espectáculos que avivan nuestras reflexiones sobre los falsos valores impuestos por un capitalismo triunfante, ciego a los sentimientos, generador de necesidades absurdas y anestésicas.
Entre 1943 y el año 2000, el cáncer se extendió. Las esperanzas utópicas de un Saint Exupéry inmerso en la agitación de la guerra (que acabará con él) chocan y se disuelven en el pesimismo rojo sangre del acertado nombre de David Noir.
La historia de los justos
En el escenario, un lío improbable donde se entroniza una taza de váter. Una pantalla, a lo largo del espectáculo, muestra fotos pornográficas en consonancia con las palabras pronunciadas por una tropa de payasos locos, impulsados por un odio sacado de lo más profundo de sus entrañas. David Noir canta sobre lo insoportable: los juegos estúpidos de una televisión que ha perdido la cabeza, los discursos amurallados de los políticos, el almíbar enfermizo de ciertas canciones de variedades cuya letra secuestra amargamente, la invasión incontrolada de la pornografía donde todos intentan curar sus frustraciones. Se habla mucho de sexo en esta frustración generalizada. Les Justes llama a las cosas por su nombre y, como último insulto al decoro, muestra lo que la indecencia de nuestra sociedad sugiere y que generalmente sólo leemos en la filigrana de nuestras heridas inconfesables. A la generación posterior al 68 le va a tocar la imagen del padre que, desde su nacimiento, viola a su hijo con su indecente concepción de la virilidad. David Noir no perdona los bravos que saludaban, en tiempos anteriores, las palabras de un Pétain aclamado por el pueblo francés. Rasca los huecos de nuestra mala conciencia: "basta de estos valores seguros, ciertamente no agradables. Hoy, para dormir a la gente, le lanzamos la vergonzosa "Historia del desván", una nueva fórmula de los juegos circenses, donde se pide aún más sangre y más sexo. Asistir a una representación de "Les Justes" es aceptar una limpieza de los oídos y de los ojos, pero sobre todo de nuestros cerebros adormecidos. Y mucho peor si el tema de David Noir se empantana en los estereotipos de la cultura gay: travestis y tacones altos, Mylène Farmer y comportamientos amanerados (otra forma de encarcelamiento). Su poesía seca, brutal y maloliente podría abrirse paso hacia horizontes más claros en una sociedad donde la vida fuera buena. No en la comodidad vergonzosa mientras exterminan a otros, sino en la sinceridad de su relación con los demás. Una buena pelea.
(...)
