Revista de teatro

Septiembre / Octubre 2003

¿Qué pasa ahora?

 

"Estamos trabajando para romper las redes y unir a las empresas. El teatro debe romper con sus familias y castas. En forma de SCOP, empresas en las que todos aportan la misma cuota de inversión, las compañías y los directores de instituciones pueden unirse y trabajar solidariamente para salir de una cierta economía de mercado del teatro. El Off d'Avignon, por ejemplo, nació de un acto político, pero ha sido asumido por los comerciantes. Podemos poner en común nuestros recursos para ahorrar dinero y preservar nuestros intereses. Debemos reconstruirnos a nosotros mismos. Como después de cualquier ruptura. El debate en torno al protocolo y los intermitentes no es el adecuado. Tenemos que reinventar todo. Son las fracturas individuales y sociales las que impulsan a los artistas, y eso no se puede contar.

Maria Ducceschi, directora del Pulsion-Théâtre, Festival Off d'Avignon.

"Para mí, cualquier cargo o compromiso social se basa en el deseo de estar en el escenario. Un artista no tiene nada que pedir a la sociedad, mientras que le exige todo. Su elección y su modo de vida son incompatibles con los beneficios sociales. Me solidarizo con las reivindicaciones de los maltratados por Moulinex, pero el artista debe seguir siendo un parásito social, un bufón frente a un príncipe más o menos estúpido. La situación social del artista sólo puede estar podrida. Si fuéramos gente de poder, lo tendríamos. Tenemos que trabajar nuestro arte y nuestra visión del mundo en nuestras creaciones y en nuestra vida cotidiana. Nuestra actividad artística debe contribuir a cambiar la concepción del mundo y de la sociedad. Un artista trabaja a diario su relación con la sociedad a través de sus producciones, que no tienen por qué estar legítimamente incluidas en los circuitos de consumo cotidiano. El artista debe producir, reclamar el estatus de intermitente, lo que también significa seguir dependiendo del poder central.

David Noir, autor y director

(entrevistado por PN)