Queda una especie de "temblor", una incompletud, una gauchería de esta puesta en escena adolescente, casi infantil, que le da su encanto
Verso | Pierre Corcos | Atención, frágil
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Verso

ARTES Y LETRAS

N°16 de octubre de 1999

TEATRO

 

ATENCIÓN, FRÁGIL

por Pierre Corcos

Gilles Deleuze y Claire Parnet: "Hay en la vida una especie de gauchería, una fragilidad de salud, una constitución débil, un tartamudeo vital que es el encanto de alguien. El encanto, fuente de vida, como el estilo, fuente de escritura" (Entrevistas). La infancia, la tenuidad, la delicadeza, lo efímero... Nuestro tiempo, con sus perpetuas demostraciones de fuerza, no entiende nada de esto. Incluso en el teatro, está bien visto hacer gala de puestas en escena apabullantes y espectaculares, indicios de un establecimiento sólido, consolidado en la institución. A lo "culturalmente correcto" no le sirve la fragilidad, por supuesto. David Noir, en cambio, se pone totalmente en peligro: el espectáculo que ha escrito, Les Puritains, pone directamente en escena la sexualidad, mientras que el libertinaje cínico y la sexología "erudita", por un lado, y el puritanismo reaccionario o neoliberal, por otro, el momento problemático, fatal, indeciso, demoledor del encuentro con el cuerpo de los demás parece haber escapado definitivamente a nuestra percepción. Aquí no hay nada disfrazado ni vestido (a este respecto, léanse de nuevo las asombrosas páginas de Roland Barthes sobre el striptease en Mitologías), sino una auténtica exposición de afectos y cuerpos. Nada erótico tampoco, jugando con la figura fálica del cuerpo femenino. Ni siquiera obsceno, en el sentido etimológico de "mal augurio", a pesar de la escritura violentamente pornográfica de David Noir, porque sería imposible afirmar que la obra, por su crudeza, no presagia nada bueno. Por el contrario, en el movimiento anarquista -Panic- (Topor, Arrabal), inspirado en un surrealismo con metáforas deslumbrantes, nos cuenta, a través de una serie de escenas cortas (tantas como letras tiene el abecedario), la fragilidad, la incertidumbre, la inestabilidad del deseo, su tartamudeo vital... A pesar del excelente montaje, más bien cinematográfico, del conjunto y del arriesgado acompañamiento musical (referencias kitsch), sutil, queda una especie de "temblor", de incompletud, de gauchería de esta puesta en escena adolescente, casi infantil, que es la fuente de su encanto. Nueve actores están totalmente implicados en esta precaria aventura, que una prohibición brutal o un grave malentendido podrían destruir fácilmente. Hasta ahora, sólo Stanislas Nordey y Joël Dragutin, como directores de teatro, han sido sensibles a este tipo de espectáculo.

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

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