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Búsqueda del vacío | Visual © David Noir

Diario de los Parques D-30

Preámbulo de la creación

Lenguaje aborrecido. Poesía íntegra.

Ojalá nunca hubiera leído una línea, nunca hubiera sostenido un cuerpo, pero hoy disfruto de estar libre de remordimientos. La vida real está por llegar. Ya está aquí; brota de mi cabeza; me impone su ritmo y su fraseo.

Leer un pensamiento supuestamente estructurado me empobrece más en estos momentos de refundición que si tuviera que reinventar yo mismo la redondez de los contornos del huevo. Así que respiro cada impulso de olvido y me entierro de nuevo, regenerado bajo mi tierra.

Entierro en lugar de vuelo. No, el hombre no puede volar. Pobres máquinas, sustitutos utilitarios pero sin sentido. Sin embargo, puede cavar la tierra y sentirla bajo sus uñas y con las puntas de sus manos. El hombre excavador. El hombre que entierra.

El hombre desnudo tal como es en sí mismo, sin accesorios, sin ala ficticia, sin escafandra, sin equipo mecánico, ni siquiera el de la memoria forzada por un burdo aprendizaje, ¿qué puede hacer? ¿Con qué libertad de acción puede contar una vez despojado de estos artificios?

El cuerpo, mientras no sea biomecánico, si es que eso puede ocurrir alguna vez, sigue siendo sólo él mismo, desnudo y vulnerable en su carne. Formarse e informarse es un riesgo. El riesgo de verse pisoteado, distorsionado por la voluntad de los demás, por la simple existencia de la propia historia. El riesgo de verse contaminado por influencias cuya trazabilidad se nos escapa.

Esto es la educación, la violación de una tierra salvaje. Es necesario elegir sabiamente quién puede entrar en la cabeza de uno, tan maleable y privada es, o de lo contrario uno es formateado por la vara de medir común.

Porque el movimiento globalizador pretende que todo sea igual a partir de fuentes separadas. Así que corregirse es un insulto a uno mismo y una cadena demasiado segura para el mundo que sólo quiere eso.

¡Sigue siendo salvaje! ¿Es demasiado tarde? No, no es demasiado tarde. Se trata de recuperar la propia insubordinación como un destilado puro, concentrándose en la mejor parte de uno mismo.

La literatura es un lenguaje vomitivo del que los autores son la saliva. Rondan las paredes de mi mente como tantos gusanos, armarios mercantiles royendo mi mente, contaminada como el aire y el espacio terrestre de los testimonios de su ego. Como sea, yo mismo seré escritor para luchar contra la marea o lo que sea que no tiene nombre. Escribiré a contracorriente, incluso de mi propia tendencia. ¿Qué importa ser comprendido? Algún día lo seremos; reciclados si no olvidados; serviremos de ilustración. El mundo, tan voraz, sólo pide eso, comprenderte, alimentar su codiciosa fragua y venderte la fruta envasada.

El momento de escribir no es el momento de pronunciar palabras. Por el momento, solo, existo a mis propios ojos, pero no le doy más esencialidad que a ese montón de basura engreída que es la cultura. Yo mismo soy cultura y heredo mi miserable condición. Sólo quiero observar y considerar el camino que he tomado, como una rata que vacila en cada bifurcación de una madriguera de laboratorio, creando el diseño de su propio devenir en acción. Sólo cuentan los caminos recorridos.

En busca del vacío

Búsqueda de un vacío en las profundidades de un lago amniótico | Visual © David Noir
Búsqueda de un vacío en las profundidades de un lago amniótico | Visual © David Noir

Sólo la abstracción escénica me atrae. Cuando lo único que queda para mis sentidos es el rastro fugaz de una brisa, tan profunda como un tajo. Eso es todo lo que retengo de un espectáculo... o de un hombre: su vacío conservado. El vestigio de una presencia angustiada, que pierde impulso a fuerza de renunciar a resistir. Un hombre, como un espectáculo, sólo avanza hacia su final. De ahí la invención de este hombre que escribe en un escenario vacío. Su inspiración, como suele decirse. Al final, vendrá hacia ti para escupir las burbujas de su mente que han llegado a motear el espacio y las paredes circundantes.

Durante los minutos de la noche, a veces, en raros momentos, podemos decidir quiénes somos.

Quiero juntarlo todo para poder disolverlo todo, igual que la masa compacta de barro se disuelve completamente en el agua. Por fin admiro sólo el barro y todos los rostros se desvanecen.

Mi memoria vuelve a estar en blanco, como nueva pulpa goteando sobre el tamiz.

Por fin ya no te oigo; qué alegría.

Llegamos a las orillas del gran vacío donde placer y
soledad ya no son suficientes para dejar pasar la vida.
Los niños ya son la muerte en marcha, pero es
la ilusión de lo contrario de la muerte
Así que plantamos en el grano invisible de su piel,
en su frescura, en sus juegos, colmillos de
vampiros sedientos de besos interminables.
Yo, que lo quería tanto, lo encontré... sólo un amigo mío

PIÈCE NOIRE, FORET NOIRE ET FELLATION AU BORD D'UN LAC | LES PARQUES D'ATTRACTION © David Noir

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

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