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Autorretrato | Mis testículos | Mi pornografía | Foto © David Noir

Diario de los Parques D-41

¡Esas simples bolas que aprecio!

Entrego aquí un extracto de un texto que aún se está escribiendo, aunque muy avanzado, y que seguramente publicaré en este sitio, en forma de un breve manifiesto dedicado al varón y más concretamente a su representación a través de la imagen de su sexo y el comentario que se hace de ella. Este tema está en el centro de mi vida y de mi trabajo desde hace mucho tiempo. Lo abordo con emoción, vigor y convicción porque es de considerable importancia para mí y, me imagino y espero, para muchos hombres. 

Quizá también resuene en los oídos de las mujeres que se conmueven y se interesan por los hombres, más allá de su uso, como es natural en nuestras cálidas relaciones humanas, y en particular, intergénero. Que tenga una buena lectura.   

La imagen en cuestión no es originalmente una foto, sino que está tomada de una breve toma de vídeo insertada en la apertura de un tráiler web que anuncia mi próxima creación (El destino de la atracción - Teaser N°2). Esta imagen, que provocó dos reacciones que desencadenaron la redacción de este texto, es un primer plano de mis testículos, tomado en solitario. Con esto quiero decir que sostuve mi pene para encuadrar y fotografiar esta toma. Me ha gustado acentuar la sensación de peso en la imagen de las bursas colgantes y el erotismo tranquilo que su lento vaivén a la luz puede aportar.

Antes de embarcarme de lleno en la redacción de este texto, que sé que me va a llevar mucho tiempo, es importantísimo que señale que esta aclaración sobre el lugar que ocupan esos testículos en la foto no es en absoluto humorística, ni pretende "provocar" o intentar crear algún tipo de connivencia de bajo nivel con el lector o lectora. Tampoco voy por ahí, en un intento de sobresalir en algún ingenioso ejercicio estilístico sobre el tema, algo que vomito y que arrojaría sin dudarlo al oscuro agujero de las peores tonterías literarias que apenas necesitan de mi aportación para vomitar tonterías estilísticas. Así que, tú que tienes la amabilidad de leerme, por favor, escúchame. A pesar de la muy segura tentación de muchos de ustedes de protegerse de una concepción que ya, sin que lo sepan, puede escandalizarles incluso si se defienden, esta imagen de mis testículos exige que se la mire por lo que representa, sin invocar ningún pretexto, ya sea potestativo, científico o incluso especialmente pornográfico. Este marco apretado en mi bursa está ahí por sí mismo, su estética, su simbolismo.

Autorretrato | Mis testículos | Mi pornografía | Foto © David Noir
Autorretrato | Estas simples bolas que aprecio | Foto © David Noir

 "¿Qué hay detrás, cuál es su objetivo?" Me enteré de esta imagen una vez que estaba en la red. O de nuevo: "Eso es bastante atrevido". En todos los casos, estas observaciones o preguntas procedían de personas a las que tengo en gran estima por su amplitud de miras e inteligencia. Esto muestra cuánto más obvio me pareció de repente el problema, cuánto más extenso era de lo que había imaginado y, sin embargo, cuánto coincidía, por desgracia, con lo que tantas veces había sentido en mi vida sin estar siempre de acuerdo en escucharlo. Cada vez, permanecí postrado durante mucho tiempo. Pensé que podía ver a mi alrededor, pero no había visto nada. Creía conocer mi entorno, que ya se había quedado pequeño. Creía que me entendían los que confiaban en mí hasta el punto de seguirme en mis proyectos, algunos de ellos durante muchos años. Si bien es cierto que no cuestioné este punto, me vi obligado a constatar que había un claro desfase entre lo que yo creía y la realidad de su apoyo a mis opiniones, que yo había tomado como un reflejo de su propia concepción de las cosas. De repente, estábamos muy lejos. En cualquier caso, más allá de lo que esperaba. ¿Quizás se decían lo mismo? Utilizo deliberadamente el femenino, ya que en todos los casos vividos o denunciados eran mujeres, lo que obviamente no deja de tener importancia en este caso. Tenía que reaccionar o, de lo contrario, estaría condenada a sentir una soledad mucho peor que a la que me había acostumbrado, la soledad del silencio, la soledad del sentimiento que uno guarda dentro de sí mismo, y esa soledad, ese encierro conmigo misma por culpa de los demás, estaba fuera de mi alcance aceptarlo. No llevaba tanto tiempo produciendo mis creaciones, en condiciones tan arduas como ingratas, sólo para verme privado de mi expresión por la autocensura. Sin embargo, había habido señales de alarma, alertas, no sólo entre mis allegados, dentro de las empresas con las que trabajaba en empatía, sino también dentro de mis parejas heterosexuales. Más adelante detallaré los sinuosos rodeos de estos síntomas precursores de la intolerancia.

 ¿Es acaso inconcebible querer reivindicar así simplemente la belleza amable de las propias carteras, la ternura que se tiene hacia la imagen de la propia intimidad varonil, sin sacrificar al menos un poco a un galicismo simpático, a una pirueta intelectual, aunque sólo sea para ser perdonado por esta "facilidad" y para asegurar la comprensión de una mayoría de lectores, que se imaginan espontáneamente que son espíritus dotados de una tolerancia desenfrenada y que no deberían verse defraudados por un violento giro del espejo?

 Si se hubiera tratado de una macrofotografía de un pezón femenino, el asunto no habría tenido mayor importancia. Por tantas razones "buenas" como "malas", ya que la aceptación natural de tal imagen sería o bien bajo el paraguas del erotismo heterosexual, que sabemos se basa en la reducción del cuerpo femenino al estado de objeto de deseo, o bien como emblema de una libertad femenina duramente conquistada que reivindica el disfrute de ser mujer, desligada del deseo masculino. Pero aquí, no. En este caso, nada de pezones cuya textura abultada sería resaltada por la precisión digital de la foto bajo la caricia de un claroscuro, nada de lindos clítoris queridos por los escritores de bibliotecas eróticas rosas o por las revistas femeninas que quieren ser testigos de la época.

 No, la imagen del día, la que te propongo, es la de mis testículos, retratados por mí, cuidadosamente depilados, como quiero mostrarlos, en una luz suave, pero también en todo el potencial fecundante que puede traducir la sensación de su peso. Os los presento como los vivo íntimamente, como amigos; como vivo cualquier parte de mi cuerpo con la que he recorrido un largo camino. Porque no todos son iguales desde el punto de vista del conocimiento que tengo de ellos o del interés que me producen, aunque todos sean partes de mi cuerpo, que sigue siendo a mis ojos, en su totalidad, mi única y por tanto más preciada posesión. No podría decir lo mismo, por ejemplo, de mi espalda, ya que sólo tengo una relación desafortunada y necesariamente distante con ella, la mayoría de las veces por delegación, cuando manos ajenas tienen la amabilidad de palpar, acariciar o rodar la piel para masajearla y relajarla. Podría así detallar las múltiples y muy específicas relaciones que imagino y espero sinceramente que muchos de nosotros tenemos con nuestros miembros y partes de nuestro cuerpo. Pero de momento, y como punto de partida y base para, digamos, este micro ensayo, me ceñiré a "estas simples bolas que aprecio". Un buen título para un libro, dirán ustedes, pero de momento he renunciado realmente a él para evitar cualquier ambigüedad en cuanto a la autenticidad, la sinceridad y la seriedad de lo que digo, que sería demasiado fácil ridiculizar y arruinar si me dejara llevar por la complacencia estilística desde el principio. Soy muy consciente de que, a pesar de estas precauciones, los detractores no dejarán de encontrar materia para su "odio racial" hacia mi tema. Simplemente haré lo posible por dejarles toda la pat... o mater... nidad y no darles la más mínima pista de esta intención. " 

Eso es todo por ahora.

Así que, a seguir... y a los chicos que se dejen de autodescalificaciones estúpidas y empiecen a cuidarse en serio, mediáticamente hablando, claro.

Mi pornografía

Mi prodigioso espacio mental

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

Esta entrada tiene 8 comentarios

  1. Pedro Pereira

    Absolutamente genial. ¡Tus palabras resuenan de la misma manera que siento mi cuerpo! ¡Qué sinergia!
    Gracias por este momento de compartir y abrirse a sus sentimientos más sinceros.

    1. David Noir

      Gracias, Pedro, por tantos ánimos. Estoy deseando verle evolucionar en esta piscina de experimentación que nos espera.

  2. Patrick Speck

    Comparto con atención y admiración este planteamiento porque estoy totalmente en esta tesitura .....Bueno, esta foto es una representación de una parte de un cuerpo humano.... Así que. Por lo tanto, lo que.....I observará que es una parte anatómica del cuerpo del hombre y no hay duda de ello. Añadiré que me hace comprender, con toda razón, que los testículos son la Fuente de la Vida; sin estas glándulas, no habría espermatozoides........ y no estaría aquí, escribiendo estas pocas líneas..... También diré que, privado de brazos y piernas, un hombre puede engendrar igualmente... ¡Sin pelotas, es absolutamente imposible! Sí, esta foto, no común ciertamente, atrae mi atención porque forma parte de un contexto cuya lucha (sí, es efectivamente una lucha) me parece obvia, incluso necesaria... Reacciono ante esta foto, simplemente porque me siento concernido.... Y alabo y agradezco al Sr. David Noir por haber ido más allá del escenario de la simple exposición porque nos recuerda, por si lo habíamos olvidado, de dónde venimos !!!

    1. David Noir

      Gracias por su comentario. Es cierto que he superado esta etapa de simple exposición, con una voluntad muy consciente de hacerlo; porque me sentí agredido en mi simple identidad de hombre para no hacerlo, pero también porque siento fuertemente que muchas tragedias humanas, guerras a escala de pueblos enteros incluso, encuentran su fuente en la denigración "aprendida" y cultivada del sexo masculino por los propios hombres, muchos de los cuales sólo pueden concebirlo fundamentalmente, en su inconsciente primario quiero decir, como el "brazo armado" de la violación de lo femenino en todas sus formas, con la que, con razón o sin ella, quieren dar batalla. Considerarlo de otro modo, con dulzura, objetividad o desde un punto de vista estético, les llevaría a considerarse homosexuales, ya que son amantes del pene como órgano bello, y por tanto, les haría entrar en la cohorte de subindividuos "femeninos", porque son capaces de someterse, las mujeres, los homosexuales, los bi, los niños... a los que odian de algún modo, quizá por estar tan evidentemente vinculados a ellos.
      Lo que aquí digo probablemente no sonaría muy novedoso, ni muy original al oído de un psicoanalista, pero siento en mis carnes la necesidad absoluta, cada vez más acuciante, de expresar su encarnación a través de mi propio cuerpo y de algunas de mis obras. Simplemente espero tener energía y salud para seguir con esta "cruzada por el hombre", que también creo que es una buena parte de la solución al futuro de las mujeres, al menos mientras estén atrapadas en un tira y afloja político en el más amplio sentido de la palabra, incluso en su relación, con el varón. ¿Todas las mujeres tienen interés en que los hombres sean más pacíficos con ellas? Este es otro gran interrogante. Por mi parte, intentaré tratar lo que conozco y construir una imagen del hombre que doblegue un poco la mitología ya adquirida sin disolverla del todo, lo que sería un error porque el apetito marcial aún corre por nuestras venas desde hace unas cuantas generaciones.

  3. Didier Julius

    La belleza de las pelotas es que son la parte más abandonada del cuerpo masculino, la menos controlable, la menos dominada, incapaz de un movimiento voluntario directo. A menudo el más descuidado también, casi invisible de la sensación corporal frente a la sensación sobredimensionada de la polla. Una cosa transportada e inactiva salvo por su fabricación de espermatozoides que imaginamos más que sentimos. Una parte que permanece en el exterior incluso durante los intentos más implacables de penetración profunda. Lo absolutamente opuesto a esa masculinidad tópica que controla y domina y toma el mando. También, la sensibilidad de las pelotas que hace al hombre vulnerable e impotente ante el más mínimo golpe en esta zona. También es una fuente de sensaciones muy agradables para quienes son sensibles a ella, siempre que se manejen con cuidado. En definitiva, nada justifica el ingrato trato dado a su representación. A menos que haya un deseo de castración.
    Gracias David por este inteligente y raro texto que nos sensibiliza y nos hace estar aún más atentos y sospechar de la producción y reproducción de clichés y condicionamientos estéticos (de los que yo mismo soy a veces portador y cómplice sin ser realmente consciente de ello y a pesar de un deseo incesante de combatirlos). Vigilancia, entonces. Y los espacios y la producción que propones son excelentes bases/materiales para superar todo eso para quienes estén dispuestos a interesarse/invertir un mínimo.

    1. David Noir

      Hablas bien de ellos 🙂 Es cierto que dan la sensación de estar transportados e inactivos. Eso es lo que hace que me resulten especialmente simpáticos en la duda. A veces he pensado en las pelotas como unos grandes y esponjosos labios de perro colgantes, cuya visión, fuera del contexto del puro sexo, le llena a uno de buenas y traviesas intenciones de excitarlas de forma mimosa (¡cuidado con el colmillo si lo haces mal!) Es una tontería, pero me alegra y emociona que se hable de ello y que suscite comentarios así. Siento que es una necesidad decir estas cosas que ha sido ignorada hasta ahora, que me ha pasado demasiado poco. Guardamos una palabra sobre nuestra identidad y nuestro cuerpo en nuestro interior, pero poco a poco se va convirtiendo en veneno. Así, me refresca su vuelta a estas palabras lanzadas como una llamada. Gracias Didier.

  4. Dotrimont

    ¡Muy buena foto!
    ¡Qué hermosa es la naturaleza de los humanos! (No sólo se trata de animales, flores o paisajes...)
    Bravo por atreverse (ya que muchos estarán... escandalizados...)
    Bueno, yo también aprecio la desnudez, la sencillez, la naturalidad.
    ¡Y realmente aplaudo esta idea!
    ¡Muchas felicidades David!

    1. David Noir

      Muchas gracias por los elogios y los aplausos que mi anatomía y yo apreciamos mucho 🙂 .

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