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Guillaume Junot en vídeo y sonido, Jérôme Allart en luces con Valérie Brancq y David Noir | "La Toison dort" en el Générateur | Foto © Karine Lhémon

Diario de los Parques D-46

Cuando la sala de control nos consuela

Reunión ayer en el Generador para inventario y punto técnico sobre las necesidades del proyecto

Lo que tenemos; lo que nos falta

Con Amandine a cargo de la administración, pero también de las cuestiones de producción, y dos miembros del equipo, Jérôme y Guillaume, encargados respectivamente de la iluminación y el vídeo-sonido de este proyecto, para mí es un soplo de aire fresco volver a estar con ellos.

Me encanta la técnica desde que empecé a trabajar en el escenario. Con ello no me refiero al equipo, aunque puede ser apasionante interesarse por él y es una gran parte de la maravilla del escenario, sino más bien a las personas que lo dirigen. Cuando las cosas van bien, que es particularmente mi caso con ellos, los directores de escena son como los sabios, los buenos genios, los que aportan soluciones y aceptan, no obedientemente, sino con una inteligencia cómplice, servir al proyecto y resolver situaciones que parecen estar en un callejón sin salida. Aquellos con los que mejor me llevo son, evidentemente, personalidades a las que les gusta asumir el papel de mago Papá Noel, a pesar de los momentos difíciles y las pruebas físicas y a pesar de las condiciones financieras no tan buenas. Existen en todas las profesiones, pero donde más a menudo me he topado con este tipo de cualidad es sin duda en los puestos técnicos, con un primer ayudante de rodaje y con jefes de producción, en mi caso mujeres, que tenían todas este gusto por la "eficacia benévola".

Como buenos padres, se desviven por satisfacer tus deseos y los suyos propios, ya que todos convergen en la dirección de una misma creación, y saben ser firmes sin abusar si una petición les parece inadecuada a sus competencias, pero también tienen gusto por el riesgo y a menudo dejan de lado su ego o no lo ponen ahí, y así saben reconocer en un creador la vibración que hay que escuchar y no dejar que se marchite por abandono o negligencia. Así pues, los celos son escasos o nulos entre los buenos y nobles técnicos en el sentido más amplio, mientras que, como el material que está en juego no es el mismo, pueden encontrarse, incluso entre hombres y mujeres y en registros muy diferentes, entre los intérpretes. Hay pocos actores que no se sientan en peligro en un momento u otro. La fragilidad en ellos se expresa a menudo por la aprensión o la fantasía a priori de la "violación". No hay nada de esto en un sistema de gestión equilibrado. No hay pánico a nada. Es un puesto de mando donde la menor ondulación no debe desequilibrar la nave. También existe un gran riesgo, podría decirse, de encontrarse en una sala llena de soldados rudos. Por supuesto, esto es bastante habitual. Pero es lo que da aún más valor a la rara elegancia de ciertos artistas técnicos humanistas, que, lejos de considerar su profesión como un simple trabajo, se dedican a ella con una pasión mesurada pero muy real; conocen su lugar y no sufren por ello. Así pues, entre los técnicos fuertes no existe una identidad equivocada o aparentemente confusa, lo que no significa que la ambivalencia o la confusión de género les haya abandonado. Al contrario, un enfoque sexual mental y refinado del mundo es decisivo para conseguir estos bellos especímenes adultos. Hablo de ellas como de bestias de presa, pues es cierto que a veces uno se encuentra detrás de las consolas y al timón de la gestión permanentemente problemática de un proyecto, a representantes de una aristocracia racista, tan dedicada a las carreras y a sus prestaciones como al percherón y al endurance. En este artículo, no denigro en absoluto a los intérpretes, ni mucho menos, con los que pasé algunos momentos memorables. Simplemente doy testimonio de esos momentos, también muy vívidos en mi memoria sensorial, en los que el director, el diseñador, el director de escena... lo que sea, encuentra refugio en estos compañeros cuando las tensiones resultan demasiado tormentosas e inextricables de otro modo. Allí, en algún lugar, a menudo en lo alto, en las alturas privilegiadas de una sala de control o en lo alto de una escalera, hay personas que, con un aire de nada, te hacen comprender por un gesto, una mirada profunda o curvada, un juego de palabras con un cajón o una sonrisa contenida, que te sienten y te comprenden en momentos en los que uno sólo se encuentra con paredes. No obstante, es evidente que la imagen y el cuerpo no se ponen a prueba en los mismos niveles según se esté en el escenario o detrás de las consolas que a veces llevan bien su nombre. Pero la gente de la tecnología es igual de propensa a sufrir por pertenecer únicamente al orden de las eminencias grises; por no estar nunca en el candelero, aunque lo manipulen. Algunos de ellos combinan a veces estos dos aspectos y son también actores o actrices. Es el caso de Guillaume, que -¿cómo lo consigue? - sabe sacar el máximo partido de las aptitudes que le caracterizan para ambos oficios. El actor que hay en él sabe tomar la iniciativa e interpretar una situación delicada para rescatar al director que está en apuros, tanto como sabe utilizar la apreciación de este último para gestionar su presencia y su relación con los demás en un plató. Una hábil mezcla que, en un estilo completamente diferente, encuentro en Jérôme, que evoluciona entre el dandismo y las referencias culturales pop de vanguardia. En su mano, un recorte de 20 kg siempre parecerá pesar 20 gramos. Magia activa en el aligeramiento de la pesadez de las cosas y de las situaciones para ambos, el humor y el espíritu sano hacen muchos más milagros a través del prisma de su saber hacer que la fuerza física por sí sola. Así que gracias a ellos por apoyarme una vez más para hacer avanzar esta nave.

Fin de la jornada y velada inesperada con algunos momentos hilarantes y encantadores con Jérôme y su hija de 10 años, Rose, en Le Président; un gran restaurante kitsch chino de Belleville donde a veces pasamos algún tiempo. Rose siempre me ha encantado, naturalmente, por el simple contacto que tenemos y por el hecho de que siempre ha estado cerca de mis espectáculos desde lejos, a través de sus padres y desde el vientre materno. Gracias a ella por esas hermosas canciones de rap que improvisábamos juntos mientras casi moríamos de hambre, esperando la hipotética llegada de nuestras costillas de cerdo. Es con complicidades tan amistosas y libres con las que se une un equipo... aunque sepamos que no es necesariamente para la eternidad.

David Noir

David Noir, intérprete, actor, autor, director, cantante, artista visual, realizador de vídeo, diseñador de sonido, profesor... lleva su desnudez polimorfa y su infancia disfrazada bajo los ojos y oídos de cualquiera que quiera ver y oír.

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Savoir

    ¡Tiene muy buena pinta! ¡Yo voy a ser técnico! Pero cuando sea mayor 😉

    1. David Noir

      Haces bien en usar el condicional. Te he moderado lo justo. La próxima vez, es la puerta.

  2. Juju

    Como técnico, siempre es un placer para un artista recibir palabras como las suyas. Es un reconocimiento a nuestro trabajo, que debe estar y seguir estando al servicio de lo artístico. Gracias, aunque nunca hayamos trabajado juntos.

    1. David Noir

      Gracias por sentir la sinceridad de mis palabras. Gracias también por venir a leer este blog.

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