El arte que pretende agradar se desnaturaliza con la mano que lame.

La financiación nacional de la cultura puede tener su razón de ser, pero ay de aquellos (o más bien de aquellos que se glorifican) que confunden responder a una comisión con obedecer los mandatos de una institución que sólo sabe pensar en sí misma a través del buen tono del momento.

Fin del contenido

No hay más páginas por cargar