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Es cosa de ciertos libertinos el querer escapar de la "zalamería del sexo libre" de la que dicen estar exentos.
hombre
Es cosa de ciertos libertinos el querer escapar de la "zalamería del sexo libre" de la que dicen estar exentos.
El amor es como un mineral enriquecido. En su estado puro, destruye el ser más profundo. Mantenerlo a raya no es egoísmo, al contrario.
Hombre-mujer, niño bestial, mujer-niño... la paleta de identidades emerge a través de la animalidad y las mitologías de nuestra especie.
Hoy guardo esa breve hora de pornografía ordinaria como uno de mis mejores momentos como cinéfilo.
Escribo con la polla y firmo un truco de sabor. Ídolo del cacao, mi falo se vuelve comestible para los que pueden chupar su significado.
Magnífica arrogancia de un héroe ordinario: ¡vivir para empalmarse y correrse delante del mundo! "¡Chupa, esta es mi polla! ¡Bebe, este es mi esperma!
Siempre intentaré acoger legítimamente la angustia de las chicas que pongan su dedo índice en contacto con el mío para arrojar luz.
¿Es inconcebible, entonces, desear simplemente reivindicar la adorable belleza de la propia bursa, de esas simples bolas que aprecio, mis testículos?
Entre la negación y la recompensa, el pequeño fascismo ordinario de la educación de los padres se podía ver en las expresiones de la cara de mi padre.
Se trata de lo masculino. La ternura del hombre por su compañero de siempre que es su pene es un dato fundamental para su construcción psíquica.