El rendimiento nos libra del significado
Teatro contemporáneo fuera de servicio. Incapaz de dar el paso de la actuación. Sólo consigue imitar sus principios sin renovar su concepción del sentido.
Voy en la dirección donde nada tiene sentido
En el sentido de que "querer decir" me parece lo más sin sentido que hay
Hemos construido un mundo de gustos y colores, opiniones y puntos de vista. A veces nos sentimos orgullosos de ello. Personalmente, no considero que ninguna de nuestras supuestas cualidades apreciativas sean valores verdaderamente profundos. Me parecen más bien síntomas del pánico de nuestros cerebros buscadores de reflejos, incapaces de responder a la aparente incoherencia de las imágenes que siguen tejiendo noche y día a partir de un batiburrillo de percepciones acumuladas desde la infancia.
La máquina parece estar siempre dispuesta a huir y sabemos que nos guía un piloto ciego.
En el sentido de que el sentido sólo se puede encontrar una vez que se ha superado el deseo de dar sentido
Esta es una oportunidad para reiterar algunos preceptos de mi investigación sobre SCRAPLa performance creada en el Générateur en 2014 con Christophe Imbs, que aún hoy preside mi visión de la performance. He aquí algunos extractos de mi expediente de entonces, que aún deseo seguir. Es, en efecto, un camino que no tiene vuelta atrás.
Seguir sus matices y vericuetos me ha llevado a atravesar una puerta que sólo se abre en dirección a la entrada de las vastas, libres e imprecisas zonas que constituyen el mundo de la performance; en contraste con el teatro, que, como un juguete mecánico frente a una pared, seguirá tropezando hasta agotar su resorte en lo que ilusoriamente toma como su modernidad, sin poder liberarse de ella. Es normal, es así, porque el teatro se ha dejado atiborrar de dogmas mortificantes que dan la apariencia de alegría. Jubilación como se dice. Vale su peso en oro. La convivencia a la sombra de la Gran Mierda.